viernes, 4 de septiembre de 2015

Misión cumplida

Si mañana Dios me envíara a buscar a su lado, creo que moriría felíz y muy tranquilo. Quizás no he sido la mejor de sus ovejas pero, aunque por ocasiones me descarrilé, siempre traté de ser el mejor ser humano, hijo, hermano, esposo, padre, tío, primo, sobrino, yerno, cuñado, vecino, amigo, compañero de trabajo y todos los cargos que he ocupado en esta vida.

Aprendí de mi abuelo Don Pedro, que lo más importante de un ser humano es darse a querer y que la gente "no le saque el calzo a uno cuando llegue a algún sitio". Y siempre he tratado de hacerlo todo con ese pensamiento en mente. Y mi percepción es que lo he logrado. He sentido que la gente realmente me aprecia y muchos me quieren como si fuera parte de su familia. 

El otro día me sorprendí cuando dos compañeras de trabajo me dijeron que si yo me moría ellas lloraban. Y ahí comencé a hacer un análisis de cómo es la respuesta de la gente. Me vino a la mente un hermano no vidente que tengo que, a pesar de diferencias ideológicas, me defiende y me demuestra su amor de hermano a cada instante. Ayer un comerciante de mi barrio le dijo a otra persona que mi compadre y yo somos de las personas a las que él consideraba su familia de La Playa. Hoy un caballero al que considero mi hermano me dijo que lo que yo necesitara fuera lo que fuera él iba a estar ahí para mí porque cuando el necesitó yo estuve. Y terminé de convencerme que lo hemos hecho bien.

Aún con lo importante que es la opinión de todas esas personas, lo más que me convence es la percepción de mi familia. Escuchar a mi madre decir un día que ahora podía morirse tranquila porque sus hijos eran hombres de bien, hechos y derechos, fue un bálsamo para mis oídos. En los últimos 22 años, yo me convertí en su principal dolor de cabeza. Y que ella diga eso, es reconfortante. La relación con mi hermano en los ultimos 5 años es la que nunca tuvimos en los 33 anteriores. Ya no hay peleas a los puños, ya podemos andar juntos y ya podemos hasta diferir sin necesidad de faltarnos el respeto. Ya comparto con mi familia como jamás lo había hecho. Y que ratos agradables me estaba perdiendo.

Ahora, que he tomado el rol de esposo y padre, hasta yo mismo me doy cuenta que lo voy haciendo bien. Ver que puedo abandonar todo por el simple hecho de sacar tiempo para Elizabeth y Jeselle me hace ver que mi corazón late de otra forma. Olvidarme de mí con tal de que a mi esposa y mis hijastras no les falte nada, es como chuparme un limber. Y es que ellas se lo han ganado. Dios me premió con ellas. No quiero sonar repetitivo, pero lo estamos haciendo bien. 

Me faltan algunas cosas por lograr y otras por hacer. Si Dios me diera la oportunidad, las haría para sentirme aún más realizado. Pero si mi vida acabara en este instante, llegaría al cielo y buscaría a Don Pedro y a Doña Miro y les diría...."Me tomó mucho tiempo pero al final logré ser el hombre que ustedes querían ver y por lo cual trabajaron. Su misión fue cumplida". Eso mismo quiero que sepan mami y Fernando cuando lean esto. Gracias a los cuatro. 

sábado, 29 de agosto de 2015

¿Quién te da derecho a llamarte padre?

     Acaso el que un espermatozoide tuyo fecunde un óvulo de una mujer, ¿te da derecho a llamarte padre? El que una mujer lleve una pipa creada por ti durante 9 meses, ¿te da derecho a llamarte padre? El que nazca un niño que lleve tus genes, ¿te da derecho a llamarte padre? Estás más equivocado que los meteorológos siguiendo la trayectoria de Erika.

     Ser padre conlleva mucho más que "preñar a una gata", que pasar una pensión o que simplemente esa criatura se parezca a ti. Ser padre significa sufrir. Sí, significa sufrir los embates de la vida con tal de que esa criatura tenga lo necesario para vivir. Significa gozar. Sí, gozarte cada uno de sus logros, pero más importante aún, saber que fuiste parte de ellos. Ser padre significa insomnio. Sí, porque no sólo se pierde el sueño trabajando. También perdemos el sueño pensando cómo haremos para darle a nuestros hijos lo que ellos necesitan. Lo perdemos estudiando con ellos, cuidando sus sueños, jugando con ellos, llevándolos al cine, esperando a que salgan de una fiesta. Perdemos el sueño esperando a que lleguen de la calle porque nos preocupa que lleguen con bien. Y la mejor forma de perder el sueño es estando pendiente a darle sus medicinas cuando están enfermos y velar que ande todo bien durante la noche.

     Tener una pinga con dos huevos solo te hace un macho porque ese instrumento, no importa lo grande o pequeño que sea, ni define hombría ni paternidad. Más huevos tiene una madre que no espera nada de ti y se dedica en cuerpo y alma a sacar a sus hijos adelante. Más bolas tiene esa madre que se va a trabajar día y noche porque la pension que tu pasas, que crees que resuelve todo en un hogar, simplemente es un pequeño complemento a lo que necesita ese niño para llevar una vida como se merece, y que conste que los lujos se los debe a su mamá. Esa mujer es más hombre que tú. Esa es más padre que tú. Y aquel hombre que llega y sin ser sus hijos se desvive por ellos y los hace parte de sus preocupaciones, sus responsabilidades y sus prioridades, ese es un PADRE en letras mayúsculas.

     Si vas a traer hijos a este mundo por el sólo hecho de decir que tuve un hijo, que te regalen el Día de Padres o que alguien te pida la bendición mejor trágate los espermatozoides y bájalos con agua para que no te ahogues.

     ¿Quién te da derecho a llamarte padre?¿Tus amigos a quienes les metes la feca de que eres el gran padre?¿O la mujer que estás enamorando ahora que quieres cegarla como a otras haciéndote Super Papá? Nadie te da derecho a llamarte padre porque lamentablemente para ti, los requisitos eran muchos y tú no llenaste ni el primero. Esa palabra te queda muy grande.

viernes, 28 de agosto de 2015

En tiempos de tormenta

     Hace unos días se viene hablando de la posibilidad de que una tormenta azote a nuestra isla. Hablaron de Danny y de Erika, pero ninguna quiso entrar de lleno a nuestra isla.

     El hablar de la llegada de la llegada de estos fenómenos, me trae dos nombres a la mente: Hugo y Georges. A pesar de todo el daño causado por estos a Puerto Rico, yo los recuerdo jocosamente, y todo gracias a mi familia.

     Recuerdo de Hugo, el caerse la marquesina de aluminio de mi casa. Pero mi mayor recuerdo es ver a mi abuelo decirme que le echara en un vaso un poco de aquel jugo de frambuesa, que en realidad era fruit punch. Recuerdo aquel rosario que hizo mi abuela mientras Nelson dormía en el piso y parecía que estaba muerto y le estábamos rezando. Mi abuela con la maleta llena de batas y Nelson decirle que si iba a refugiarse o si iba de luna de miel. Y recuerdo a mi abuelo poner un radio que le habían regalado como con 60 casettes en la bañera de su casa tapado con las cortinas de baño. Todo un personaje mi abuelo en tiempo de huracán.

     De Georges nunca olvido a mi tía Fita quitarse la blusa mientras estaba sentada al lado de la ventana de casa de mis abuelos, mientras mi abuelo asustado le decía que se saliera de allí que esa ventana podía ceder. Mi abuelo acabó con las galletas en una noche pues su único plan de contingencia al otro día era dormir. Y jamás olvidaré aquel momento en que mi abuelo se quedó dormido y llegó mi tío en la patrulla a dar una ronda a la familia y cuando mi abuelo despertó y vio aquel reflejo del biombo dentro de la casa salió gritando: "Ese animal se metió aquí". Jajajajajajajajaja. Nunca olvidaré aquel episodio. Aún lo recuerdo y tengo que resistir las ganas de hacerme el número uno encima. Había que verlo.

     Siempre recuerdo a mi abuelo gratamente y con mucho amor, pero en tiempo de tormenta es cuando más me vienen a la mente sus ocurrencias.