Aprendí de mi abuelo Don Pedro, que lo más importante de un ser humano es darse a querer y que la gente "no le saque el calzo a uno cuando llegue a algún sitio". Y siempre he tratado de hacerlo todo con ese pensamiento en mente. Y mi percepción es que lo he logrado. He sentido que la gente realmente me aprecia y muchos me quieren como si fuera parte de su familia.
El otro día me sorprendí cuando dos compañeras de trabajo me dijeron que si yo me moría ellas lloraban. Y ahí comencé a hacer un análisis de cómo es la respuesta de la gente. Me vino a la mente un hermano no vidente que tengo que, a pesar de diferencias ideológicas, me defiende y me demuestra su amor de hermano a cada instante. Ayer un comerciante de mi barrio le dijo a otra persona que mi compadre y yo somos de las personas a las que él consideraba su familia de La Playa. Hoy un caballero al que considero mi hermano me dijo que lo que yo necesitara fuera lo que fuera él iba a estar ahí para mí porque cuando el necesitó yo estuve. Y terminé de convencerme que lo hemos hecho bien.
Aún con lo importante que es la opinión de todas esas personas, lo más que me convence es la percepción de mi familia. Escuchar a mi madre decir un día que ahora podía morirse tranquila porque sus hijos eran hombres de bien, hechos y derechos, fue un bálsamo para mis oídos. En los últimos 22 años, yo me convertí en su principal dolor de cabeza. Y que ella diga eso, es reconfortante. La relación con mi hermano en los ultimos 5 años es la que nunca tuvimos en los 33 anteriores. Ya no hay peleas a los puños, ya podemos andar juntos y ya podemos hasta diferir sin necesidad de faltarnos el respeto. Ya comparto con mi familia como jamás lo había hecho. Y que ratos agradables me estaba perdiendo.
Ahora, que he tomado el rol de esposo y padre, hasta yo mismo me doy cuenta que lo voy haciendo bien. Ver que puedo abandonar todo por el simple hecho de sacar tiempo para Elizabeth y Jeselle me hace ver que mi corazón late de otra forma. Olvidarme de mí con tal de que a mi esposa y mis hijastras no les falte nada, es como chuparme un limber. Y es que ellas se lo han ganado. Dios me premió con ellas. No quiero sonar repetitivo, pero lo estamos haciendo bien.
Me faltan algunas cosas por lograr y otras por hacer. Si Dios me diera la oportunidad, las haría para sentirme aún más realizado. Pero si mi vida acabara en este instante, llegaría al cielo y buscaría a Don Pedro y a Doña Miro y les diría...."Me tomó mucho tiempo pero al final logré ser el hombre que ustedes querían ver y por lo cual trabajaron. Su misión fue cumplida". Eso mismo quiero que sepan mami y Fernando cuando lean esto. Gracias a los cuatro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario